-A nadie le importa la verdad... No están interesados.
-¿Quién rezará por las personas que murieron ese día?
-No hay rezos ni expiaciones, la muerte es el fin de todo."
Zwei y Ein. Phantom: Requiem for the Phantom
¿Qué estamos consumiendo día a día? Es impresionante la cantidad de ironías con las que uno se encuentra luego de hacerse un par de preguntas y una tarde de introspección, pero lo es más aun cuando estas ironías se presentan en medio de su ejecución, en ese instante en el que uno parece simplemente haberse desconectado totalmente de la realidad, y como una cachetada de película, un poco de lucidez nos rescata de continuar haciendo el ridículo.
Esto de la "cuestión televisiva", pasa convertirse en una lucha continua contra las luces estroboscópicas que pretenden relacionemos con la realidad, lo peor de todo, es que les ha funcionado de maravillas. "No es importante la verdad, sino lo que percibe como tal" le decía un periodista al presidente de los estados unidos, meses antes de poder encontrar una escusa para poder encender la empresa bélica, para poder aprovechar la "oportunidad" de la segunda guerra mundial. Fue tal el éxito (de la ya supuestamente pasada de moda propaganda nacionalista de la era de los imperios), que ni los mismos autores podían creer que fuera -comprada- por casi toda la población con total resignación y abnegación en el campo de batalla; cientos de miles que murieron, defendiendo intereses particulares de unos cuantos, cientos de miles que confiaron en sus gobernantes, y por tal pecado, cayeron siendo utilizados como marionetas de una fiesta fúnebre. La lección resalta como siempre a la vista, al igual que todas las verdades mejor escondidas del mundo, ahí, en el centro de todo, al alcance de todos, perfectamente oculta en la ingenuidad de lo "obvio". Ahí, en el lugar maldito donde puedes encontrar la impotencia, o la fuerza necesaria para levantar la frente y continuar caminando; la orquesta sigue tocando, y faltan violinistas.
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